No tengo novio, tengo un amigo


Sí, soy de la aldea, y podemos pensar que en la aldea las personas tenemos una manera mucho más tradicional de pensar, que tenemos mucho más en cuenta lo que nuestros vecinos y convecinos dirán de nosotros, que es mucho más fácil hacer lo que queremos en una gran ciudad…. Y blablabla

Si el mundo es un pañuelo, ¿cómo no va a ser un pañuelo una ciudad en la que casi siempre nos movemos por los mismos sitios? Una amiga, en un viaje, me preguntó si yo notaba la diferencia entre el mundo tradicional de los pueblos y la concepción cosmopolita y abierta de la ciudad. Me paré a pensar y le respondí. Ella estaba atónita con mi respuesta, atónita porque compartía mis palabras. Yo me centré sólo en mi experiencia, en 4 concretamente. Esto fue lo que le conté:

1.- No tengo novio, tengo un amigo.

Recién estrenados los 30 años, durante mi primer mes en Madrid, compartí un palacete de la aristocracia andaluza con una manchega. Una de las preguntas que me hace en la famosa entrevista de selección de “compañera de piso” es si tenía novio.

 -¿Yo? ¿novio? ¿ahora? Nooo, ahora justo después de dos rupturas sentimentales. No, no tengo novio.- No quería saber nada de novios en aquel momento. En aquel momento estaba como el terreno de cultivo, a barbecho.

Pues resulta que el primer fin de semana que estoy ya instalada en esa casa-palacete, a golpe de viernes le digo que el sábado va a venir un amigo mío. Y me responde que “No puede ser, pues que aún nos estábamos conociendo y que si era un amigo no era mi novio….” A la semana siguiente estaba viviendo en otra parte de Madrid, sola, en una casa en la que no me cuestionaban el tipo de amor que yo quería vivir.

2.- Los casados casa quieren

Un año más tarde, las causalidades de la vida- en concreto las obras en mi casa antes de que viniese mi pareja a vivir a ella- hicieron que me viese viviendo 5 días en la casa de los padres de mi pareja. Esa casa era en ese momento también la casa de mi pareja.

Estoy segura que no hay otro lugar en Europa que tenga un índice tan alto de “treintañeros” cobrando un pastizal y viviendo con los padres. Esa es otra historia.

Pues resulta que los padres, a quien siempre le he dado las gracias por acogerme bien, me invitaron a dormir en la habitación de invitados y no en la habitación de mi pareja. Ante el tamaño que debieron alcanzar mis ojos al abrirse, me dicen muy tímidamente, que si YO quería podía dormir con su hijo en su habitación. Y era con su hijo precisamente con quien en el plazo de una semana yo iba a vivir los siguientes años de mi vida. 

Su hijo, mi pareja, no dijo ni esta boca es mía. Y yo…¿qué iba a decir yo? Que si esas eran las normas de esa casa, yo las acataba y…. listo. ¿De verdad, que esto me está pasando a mí ya pasados los 30 años? Pensaba yo en aquel momento. Menos mal que no me pasó con 25 años pues habría iniciado la 3ª guerra mundial! ¿Hay algo más bonito que quererse?  ¿por qué ponerle impedimentos?

Pues sí, esto me pasó a mí ya pasados los 30. Y no me pasó ni en una comunidad Aborigen en Australia, ni en la comunidad Amish en Usa, ni en una aldea de la montaña asturiana, me pasó hace unos años en uno de los mejores barrios de la capital del reino.

Afortunadamente en mi casa nunca se establecieron esas normas. Ni separar de noche a las parejas que no están casadas, ni dormir separados cuando ya se cuentan más de 25 años de relación. Aprovecho para dar un ¡HURRA! por las parejas que ya festejaron las bodas de oro y siguen acariciando la piel del otro cada noche – es bien fácil al dormir en la misma cama-.

Y de esta última experiencia, tengo 2 versiones más: Los casados habitación quieren y los casados cama quieren, pero las dejo para el siguiente post

¿Cuáles son los motivos para este tipo de comportamientos? los hay aunque yo los desconozco. O puede que no quiera conocerlos. Yo defiendo el amor y la expresión del amor siempre. Dormir acompañada por la persona que quieres es maravilloso, lleves o no anillo de casada, sea del sexo contrario o del mismo. ¿Estás de acuerdo?

Comentarios

  1. En mi opinión, no es la ciudad, es decir, no es el lugar, son las personas. Los padres de tu ex-pareja, son también de pueblo, o no? Hay muy pocos "gatos" en Madrid. Hay muchos emigrantes de provincias de España que viven y trabajan en Madrid.Llevan muchos años en Madrid, pero mantienen esa manera de pensar más tradicional.

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