Sentimientos enfrontados
A regañadientes asistí a la concentración. Allí estaba ella. Bajo la estatua de la justicia que preside la entrada al Colegio de la Abogacía, la concejala de medio ambiente y residuos urbanos, -y esposa del actual decano- se afanaba en calmar los ánimos de los allí presentes y
en explicar las bondades de la nueva planta de celulosas instalada a escasos 500 metros del
Colegio.
-¿A qué político se le habría ocurrido tal majadería?- seguía rumiando mi cabeza.
La presidenta de la asociación de jóvenes de la abogacía le recriminaba a la concejala que la
actual ubicación no era sostenible por los fuertes olores que desprendía la planta.
Me sentí agobiado por el clima poco amable que se podía respirar en esa concentración.
Me
dispuse a irme cuando alguien me interpela: - Decano, ¿no le va a decir nada a su mujer?. -Sí- le respondo- que la espero en casa.
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