Y que el mundo siga
I
Me encanta. Tengo muchas ganas de sentirlo, de sentir su aroma, su piel, su respiración. Compartir tiempo. Mirarnos. Compaginar nuestras respiraciones. Descubrirnos con la yema de los dedos, divertirnos con las lenguas y hacernos cosquillas con la punta de la nariz.
Descubir y disfrutar de còmo abraza.
Fundirnos en un abrazo, y que el mundo siga. Nos entenderemos? Nos entendimos. Y que el mundo siga.
II Yo sonreía. Él hablaba. Él insistía en que la señora, refiriéndose a mí, decidiese. Y se afanaba en reivindicar la iniciativa de las mujeres. Llovía. Otra vez hablando bajo la lluvia, en una noche de otoño. Yo sonría. Y aceleraba ligeramente el paso. El resguardo de esa lluvia, lo dió la entrada de una casa. La de un afamado escritor, en la popular calle de las letras, en pleno corazón del barrio del arte. Y allí, dos artistas, sonriendo, pararon de hablar para descubrir el sabor de sus besos. De esos besos de helado sobre los que tanto habían bromeado en verano. Y allí, fundidos en un abrazo, bebieron de la mejor medicina. Del disfrute de cada beso, de cada aprieta, de cada sonrisa, de cada palabra…. Y que el mundo siga
Me encanta. Tengo muchas ganas de sentirlo, de sentir su aroma, su piel, su respiración. Compartir tiempo. Mirarnos. Compaginar nuestras respiraciones. Descubrirnos con la yema de los dedos, divertirnos con las lenguas y hacernos cosquillas con la punta de la nariz.
Descubir y disfrutar de còmo abraza.
Fundirnos en un abrazo, y que el mundo siga. Nos entenderemos? Nos entendimos. Y que el mundo siga.
II Yo sonreía. Él hablaba. Él insistía en que la señora, refiriéndose a mí, decidiese. Y se afanaba en reivindicar la iniciativa de las mujeres. Llovía. Otra vez hablando bajo la lluvia, en una noche de otoño. Yo sonría. Y aceleraba ligeramente el paso. El resguardo de esa lluvia, lo dió la entrada de una casa. La de un afamado escritor, en la popular calle de las letras, en pleno corazón del barrio del arte. Y allí, dos artistas, sonriendo, pararon de hablar para descubrir el sabor de sus besos. De esos besos de helado sobre los que tanto habían bromeado en verano. Y allí, fundidos en un abrazo, bebieron de la mejor medicina. Del disfrute de cada beso, de cada aprieta, de cada sonrisa, de cada palabra…. Y que el mundo siga
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